El ciclo de calcio es un ciclo sedimentario, sin
fase gaseosa, se encuentra muy relacionado con los siglos del fosforo y del
carbono. En la tierra se acumulan unos 7 x 1015 millones de toneladas de calcio, de los cuales 1013 toneladas están en
la materia viva y 6x108 se depositan anualmente como carbonato
en los fondos oceánicos. Esta acumulación de material cacareo no implica la
falta de calcio ionizado en el agua del mar, lo que explica los depósitos de
yeso en muchas lagunas litorales.
El calcio es desplazado de sus combinaciones
con cierta facilidad por otros metales Fe, Mg, Zn, Mn. El Fe
y el Mn se oxidan y liberan CO2. Cuando una precipitación
aporta agua de lluvia cargada de CO2, el gas transforma el
carbonato insoluble en bicarbonato muy soluble, con lo que se libera el calcio
aparentemente bloqueado. Las aguas subterráneas suelen ser así ricas en
bicarbonato cálcico, y cuando afloran transforman el compuesto a material
soluble, que se deposita. El suelo calizo tiene su propia vegetación
y unas características generales que todos conocemos.
La dinámica del calcio es muy similar a la del
potasio, se diferencia únicamente en que no presenta calcio fijado. Los
procesos de meteorización de minerales cálcicos especialmente anfíboles y piroxenos
llevan a la liberación de Ca estructural. El Ca en la solución del suelo se
encuentra en equilibrio con el Ca intercambiable, la magnitud de ambas formas
varia constantemente a través de la absorción de Ca por las plantas y las
pérdidas por percolación. Encontrándose el Calcio en cantidades mayores en el
complejo de cambio y en la solución del suelo.
El calcio predomina generalmente entre las
bases cambiables en la cubierta iónica del complejo coloidal del suelo. El
contenido en Ca cambiable depende del material parental y del grado de
evolución de los suelos. A través de la meteorización y del lavado del Ca este
elemento disminuye bastante en los suelos.
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